sábado, marzo 19, 2011

Libia se queda sin Fukushima

En la foto: Niños en Tobruk pintados con la bandera rebelde. / SUHAIB SALEM (REUTERS). 

Por: Por: Ramón Lobo. . El País de España.

En un mundo tan acelerado e hiperinformado, en apariencia, las noticias internacionales ya no se mueven de hecho en hecho, ahora lo hacen de acontecimiento histórico en acontecimiento histórico. No son capas de una cebolla que impulsan una opinión pública paulatina, crítica y sólida. La información nos cae encima televisada, como una losa. Cada palabra que se pronuncia o escribe, cada decisión política publicitada, entierra a la anterior. No viajamos por el conocimiento, solo por el olvido.

El accidente de la central nuclear de Fukushima enterró a las víctimas del terremoto-tsunami; y a los supervivientes, sobre todo. Dejamos de interesarnos por las personas y empezamos a hablar de átomos. Todo Japón enterró a toda Libia, que a su vez había enterrado a Egipto, que a su vez enterró a Túnez.

Protegido por la negrura informativa, por la distracción de los líderes distraídos, Muamar el Gadafi movió tropas y mercenarios y conquistó bastión rebelde tras bastión rebelde. Y cuando bravateaba con entrar a sangre y fuego en Bengasi, la capital rebelde, el Consejo de Seguridad de la ONU -donde se sientan los seis de los principales vendedores de armas- llegó en auxilio de los casi derrotados. No con aviones ni helicópteros, que tendrán que esperar a que se desatasque la burocracia de cada uno, sino con leyes.

La Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de la ONU establece los medios jurídicos necesarios para revertir la situación militar. Aunque se trata de un texto destinado a crear una zona de exclusión aérea sobre Libia, este va más lejos, y permite el uso de todos los medios (la fuerza) para proteger a la población. Prohíbe el envío de tropas de tierra y la partición del país. No es una resolución para derrocar a un dictador, es una resolución para que otros le derroquen. Ver más.

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