domingo, junio 05, 2011

Un mundo en riesgo

Reproducción parcial de un artículo de Luis Castelli. LA NACION. Argentina. 03 de junio de 2011.

…Apenas han pasado unos meses y no recordamos Fukushima…

La tragedia de Chernobyl fue atribuida a la gestión soviética y al diseño de sus reactores. La de Fukushima, a la violencia de la naturaleza. En todos los casos, la industria de la energía atómica se ocupa de tranquilizarnos diciendo que todo irá bien, que los modelos nuevos serán más seguros, que tengamos confianza. Y para reforzar este mensaje nunca falta ningún científico de dudosa ética que, ante cada nuevo accidente que pone en jaque a nuestro planeta, nos explique que se debe a circunstancias excepcionales. Cabe preguntarnos, entonces, cuál será la próxima circunstancia excepcional.

Apenas un año atrás, en el Golfo de México, se produjeron la explosión y el hundimiento de una de las más sofisticadas plataformas petroleras del mundo, la Deepwater Horizon. Además de quitar la vida a once trabajadores, provocó una fuga de más de cuatro millones de barriles de petróleo en el océano. Las consecuencias para las personas, los recursos naturales y las industrias siguen multiplicándose hoy. Y muchas otras aún no pueden medirse ni comprenderse.

Un análisis simple nos permite ver coincidencias entre la central de Fukushima y la Deepwater Horizon: el sueño de un crecimiento ilimitado y una cultura de complicidad entre las empresas de energía, los reguladores y los políticos. En el derrame del Golfo, el lobby petrolero había persuadido al gobierno de los Estados Unidos de que algunas medidas de seguridad aplicables a la perforación en aguas profundas del océano -que hubieran evitado el derrame- resultaban innecesarias, sin mencionar que el permiso de perforación del pozo accidentado se había otorgado sin verificar la válvula de seguridad que ocasionó el hecho. En Japón, apenas unas semanas antes del tsunami, la autoridad reguladora aprobó la prórroga de vida útil de los reactores más allá del límite de 40 años a pesar de las reiteradas advertencias sobre fallas de seguridad y falta de inspecciones. A la hora de explicar el desastre de la planta nuclear, parece que no es relevante mencionar algo de esto, como tampoco que un director general de Recursos Naturales del Ministerio y la Agencia de Energía japoneses dejó su puesto el año pasado para ingresar poco después como asesor en la Tokio Electric Power (Tepco), empresa responsable de Fukushima.

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